Compartimos con ustedes el prólogo de la autobiografía escrita por Akira Kurosawa llamada: Autobiografía (o algo parecido) (Título original: Gama no aburra).
Autobiografía (o algo parecido)
Akira Kurosawa
Prólogo
Antes de la guerra, cuando los vendedores ambulantes vagaban por el país ofreciendo sus remedios caseros, repetían un tradicional soniquete, con el que anunciaban una pócima que se suponía era muy eficaz contra quemaduras y cortes. Se metía un sapo en una caja con espejos a los cuatro lados, cuatro ancas hacia adelante y seis hacia atrás. El sapo, sorprendido al verse por los cuatro costados, comenzaba a emanar un sudor aceitoso. Se recogía este sudor y se hervía a fuego lento durante 3.721 días, removiéndolo con una rama de sauce. El resultado era la maravillosa pócima.
Al escribir sobre mí mismo, me siento un poco como el sapo en la caja. Tengo que mirarme por todos los costados, durante muchos años, tanto si me gusta lo que veo como si no. Puede que yo no sea un sapo de diez ancas, pero sí siento un sudor aceitoso cuando tengo que ponerme frente el espejo.
No me he dado cuenta de que las circunstancias han estado conspirando contra mí, y este año alcanzaré los setenta y un años. Si vuelvo la vista hacia atrás, ¿qué puedo decir, excepto que han pasado un montón de cosas? Mucha gente me ha animado a escribir una autobiografía, pero nunca me he encontrado con ánimo favorable para hacerlo. En parte es porque considero que lo que pertenece tan sólo a mi persona no tiene suficiente interés como para inmortalizarlo y dejarlo tras de mí. Pero más importante es todavía el hecho de que estoy convencido de que si tuviera que escribir sobre algo, no sería sobre otra cosa más que de películas. En otras palabras, “yo” menos “películas” igual a “cero”.
Sin embargo, no hace mucho que dejé de negarme, creo que mi capitulación proviene de la autobiografía que hace poco leí del director de cine francés, Jean Renoir. Tuve la oportunidad de conocerle en una ocasión, incluso cené con él, cena en la que hablamos de muchas cosas. En este encuentro me dio la impresión de que Jean Renoir no era en absoluto la típica persona que podría sentarse a escribir una autobiografía. Así que el saber que se había aventurado a hacerlo, me produjo una sensación explosiva.
En el prólogo del libro, Jean Renoir escribe lo si guiente:
“Muchos de mis amigos me han insistido en que escribiese mi autobiografía… Para ellos no es suficiente saber que el artista se expresa con toda libertad con la ayuda de la cámara y el mi crófono. Quieren saber quién es el artista».
Y, más adelante:
“La verdad es que este individuo del que tanto nos orgullecemos está compuesto por elementos tan diversos como el muchacho del que te hiciste amigo en el jardín de infancia, el héroe del primer cuento que leíste en tu vida, e incluso el perro de la prima Eugene. No existimos por nosotros mismos, sino por el entorno que nos moldea… He intentado recordar a todas esas personas y todos esos acontecimientos que creo que ayudaron a que yo me convirtiera en lo que soy».
Jean Renoir, Mi vida y mis películas
(Autobiografía de Jean Renoir)
La razón por la que me decidiera a escribir estos capítulos, que son ligeramente diferentes de lo que apareció publicado en la revista japonesa Shukan Yomiuri, estuvo motivada por esas palabras, y por la gran impresión que Jean Renoir me causó cuando le conocí, una sensación de desear hacerme viejo de la misma forma que él.
Hay otra persona a la que me gustaría parecerme a medida que me hago mayor: al fallecido director de cine norteamericano John Ford. También me ha motivado mi pesar de que John Ford no dejase una autobiografía. Claro está que comparado a estos dos maestros ilustres, Renoir y Ford, yo no soy más que un pequeño chaval. Pero si hay tanta gente que dice que les gustaría saber qué tipo de persona soy, es probable que sea mi deber que les escriba algo. No confío demasiado en que lo que escriba sea leído con interés, y debo explicar por qué elegí acabar con mi relato en 1950, el año en el que hice Rashomon (más tarde explicaré las razones). Pero voy a llevar a cabo el relato con la firme determinación de que no me voy a avergonzar de mí mismo, y de que voy a tratar de decirme las cosas que ahora les digo a los jóvenes.
Mientras escribía esto que podría asemejarse a una autobiografía he tenido reuniones cara a cara con mucha gente para hablar con franqueza del pasado, y refrescar mi memoria. Estas personas son: Uekusa Keinosuke (novelista, guionista, autor de teatro, amigo desde la escuela primaria); Honda Inoshiro (director de cine, amigo de mi época de ayudante de dirección); Muraki Yoshiro (director artístico, asiduo miembro de mi equipo); Yanoguchi Fumio (grabador de sonido, un cerezo del mismo periodo de floración que yo en P.C.L., el predecesor de antes de la guerra de la Toho Film Company); Sato Masaru (director musical, alumno del fallecido compositor Hayasaka Fumio, frecuente colaborador mío); Fujita Susumu (actor, estrella de mi primer trabajo, Sugata Sanshiro); Kayama Yuzo (actor, uno de los muchos a los que sometí a una severa preparación); Kawakita Kashiko (vice-presidente de Toho-Towa Films, una señora que me ha ayudado mucho en el extranjero, y que sabe mucho sobre mí y de mi trabajo fuera de mi país); Audie Bock (estudiante norteamericana de cine japonés, una persona que tratándose de mis películas, sabe más de mí que yo mismo); Hashimoto Shinobu (productor de cine, guionista, colaborador mío en los guiones de Rashomon, Ikiru (Vivir) y Los Siete Samurai); Ide Masato (guionista en el que me he apoyado como colaborador en películas recientes, mi adversario en golf y en ajedrez shogi); Matsue Yoichi (productor, licenciado de la Universidad de Tokio, graduado de la escuela italiana de cine Cinecittá, un hombre de actividades completamente misteriosas, que a mí me resultaban muy extrañas; he compartido la vida en numerosas ocasiones con este guapo Frankenstein en el extranjero); Nogami Teruyo (mi mano derecha, miembro asiduo de mi equipo desde que fuera script en Rashomon, y que también me ha ayudado en este empeño, desde el principio hasta el final, una persona a la que hago sufrir). Me gustaría expresar mis más cordial agradecimiento a todas estas personas.
AKIRA KUROSAWA
Tokio, junio de 1981